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Los quiebres en Coaching como punto de evolución

Los quiebres son inherentes en las vidas de las personas: ¿Cuántas veces habremos escuchado eso de “Para ir hacia adelante hay que volver atrás y coger impulso”?

 

Pues bien, en Coaching utilizamos los quiebres como unos de los elementos claves para arrancar el viaje: ¿Qué le ocurre al coachee (problema) y cómo lo vive (quiebre)? Un buen Coach utilizará toda la información que pueda obtener de ese quiebre (declarado o no) del Coachee.

Por ejemplo: un cambio de vivienda podría ser un pequeño problema para unos, con solución más o menos rápida o un gran quiebre para otros.

 

¿Qué ocurre cuando en nuestra vida hay quiebres?

 

Cuando se vive un quiebre, existen varias opciones de transitarlo, entre ellas:

 

  1. Podemos dejar que nos lleve por delante e ir hacia abajo (o hacia atrás), cayendo en el victimismo y la pasividad, sin tomar acción. Lo vemos y no hacemos nada para salir de allí.
  2. También podemos bloquearnos y no ir a ningún lado, simplemente entrar en una fase de anulación personal, desgana y desmotivación.
  3. Ser nosotros los protagonistas de nuestra historia y decidir que lo que queremos en nuestra vida -y lo que no-: ver en qué consiste el quiebre, tomar nota y llegar a crear un plan de acción para trascenderlo e ir hacia arriba (o hacia adelante)

 

Está en manos del Coach acompañar al Coachee a que pueda ver la luz en medio de su quiebre, sin ser él quien le de el trabajo hecho. Se trata de empoderar al Coachee y que sea él quien salga del quiebre. Son una oportunidad fantástica para recapitular, reflexionar y revisar nuestros objetivos en la vida, en todos los ámbitos.

Llegar a estos objetivos o no, depende de la fuerza de voluntad, de la magnitud de los quiebres y de los grados de desvío de la ruta hacia el objetivo.

 

Cuando nos salimos del camino, lo principal es mirar hacia el objetivo y recalcular la ruta.

 

Está bien darse cuenta del quiebre, enumerar los elementos que lo han producido y qué se está haciendo con ello. Una vez pasado este punto, decidir si vamos a salir de ahí y retomar la ruta, que a lo mejor nos lleva por caminos que no esperábamos y la evolución toma otros colores sorprendentes.

Después de la tormenta, viene la calma. Los quiebres aquí serían la tormenta, y la calma llegaría con el fluir, ese equilibrio entre la vida y la persona.

Un quiebre transitado de forma consciente y realista hará una evolución más sólida y consistente, huyendo de ideas locas como “Nunca me volverá a pasar”. La vida nos irá trayendo retos y “olas que surfear”. Fluir consiste en ir manejándolas una a una, con lo que tengamos en ese momento.

 

Hacer un buen análisis del quiebre y un buen trabajo de trascendencia pueden suponer la deferencia entre surfear la ola o caerte al agua, sin ninguna duda.